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miércoles, 3 de junio de 2009

TOLERANCIA CERO A LA CORRUPCION POLITICA

Estamos a las puertas de las elecciones al Parlamento Europeo y uno se pregunta si realmente merece la pena molestarse en dar un voto a cualquier partido político, sabiendo que sus promesas serán utilizadas únicamente, para hacer valer sus propios intereses partidistas. Por eso muchos dudan, del sentido que tiene votar a izquierdas o a derechas, si tanto unos como otros van a orientar sus actos, con el único fin, de mantenerse en el poder y cosechar sus pingues beneficios, apartándose casi por completo, de los intereses del ciudadano, sin preocuparse de sus necesidades más sentidas, de aquellos que con esfuerzo han formado a sus hijos y los ven partir fuera del país con dolor para buscarse un empleo, o después de completar una carrera no les queda otra que trabajar de camarero o de taxista o de lo que sea, o aquel que su pobreza le impidió el acceso a un conocimiento, tiene que bregar con la masa de inmigrantes por un salario de miseria. Es aún más lamentable que esto pase con un gobierno que se hace llamar socialista. Dónde está el derecho, dónde la libertad y para qué nos sirve, cuando estos en la democracia, no actúan por sí solos y quienes debían hacer cumplir (los partidos) andan sueltos de la sociedad, preocupados en proteger sus propios intereses, entre ellos el más importante, el mantenerse en el poder. Así, todo su empeño se encamina hacia ese fin supremo, con su protagonismo social, su entusiasmo y desvelo se rodean de los íntimos, del círculo de amiguetes y familia, en cuyo medio florecen los "lobbies", que es la fuente inagotable de recursos que fluyen y huyen del Estado, privándoles así, de sus derechos más elementales como: el estudio, el trabajo, la vivienda, etc. a los desafortunados del reino. Muchos creen que participar en unas elecciones, sirve de poco o nada, y esto será así, mientras el ciudadano no vea un cambio fundamental en la actitud de los partidos políticos.

La mancha de corrupción existente en nuestra clase política, llega hasta las esferas más bajas de su estructura. En estos últimos años, se ha producido una política subordinada a los intereses del "lobby", debilitando el funcionamiento regular de las instituciones. En el perfil de aquellos existe casi una apatía, una negligencia en el cumplimiento de su mandato, en lugar de trabajar para los intereses del Estado y del ciudadano, lo hacen para los grupos del poder fáctico. Esto ha provocado un divorcio entre la sociedad y la clase política. Los partidos actúan como empresas; como una gran familia, una forma de "cosa nostra", donde cosechan decenas de miles de personas. Si pierden las elecciones, y alguien las tiene que perder, perderán su puesto de trabajo. Si las ganan, estos son los prohombres que encontraremos dirigiendo grandes empresas nacionales, asesores en la administración y otros innumerables puestos dedicados al proyecto del partido. Y digo yo, para qué sirven los concursos..? y otro contesta, para legalizar la entrada de un elemento del sistema, para que legitimar lo ilegítimo.

Esta masa de prohombres, no tienen ninguna formación política, incluso en muchos casos diría yo, ninguna formación, todos recordarán a un tal Roldán del PSOE que administró buena parte de los fondos reservados, a favor de un grupo restringido de privilegiados políticos, un don nadie, que decía ser economista a quien sólo le faltaba ser ministro. Como es natural éstos, no tienen ningún compromiso con el pueblo; su compromiso lo tienen únicamente con ellos mismos y con la persona (el padrino) quien les ha puesto en el cargo. A estos prohombres no les pidas honestidad política, aunque han sido elegidos por los propios políticos y debieran estar sometidos a ella, pero no son políticos, son “allegados” y como tales sus miras y acciones son limitadas, pero como operadores de base son fieles a sus patrones y padrinos.
Para mantenerse en la lucha política, es necesario contar con equipos, personas y medios que dediquen todo su esfuerzo en alcanzar el proyecto, al que se dedican en exclusividad y del cual dependen para su pervivencia política y económica; ésta unión de intereses, es la dinámica que los mantiene unidos en el poder gracias al interés común que tienen que proteger. Se juegan demasiado, tanto dirigentes como la masa de gente que arrastra detrás, alimentan la maquinaria con los recursos del Estado para seguir mangoneando del régimen establecido. Lógicamente, a esta masa hay que pagarla. La materia prima del negocio es conseguir acuerdos (contratos) con instituciones, tanto privadas como públicas, financiaciones, ayudas, regalos, dádivas y todo tipo de medios que permitan la cosecución de los fines. La premisa fundamental, es que los dirigentes sean siempre ajenos a cualquier medio o transacción ilegitima que se produzca en el ámbito de las operaciones. Su honradez debe estar a toda prueba y si alguno de sus colaboradores ha enfrentado juegos de interés, probado por la justicia, naturalmente, y si es declarado culpable, debería ser apartado del equipo y de la permanencia en el partido, más que por corrupto, por torpe y para que sirva de lección al resto del equipo.

El mercado inmobiliario en España ha tenido una gran influencia durante estos años en la corrupción en el que todavía estamos inmersos. El mismo ha contribuido a mantener las arcas de los grandes partidos y lógicamente los precios del producto final llegaron altamente encarecidos por esos grandes gastos hechos en la cadena de intereses del poder. La corrupción política para mantener el sistema, se ha extendido hasta los pequeños poblados de la geografía española, sin que haya sido objeto de persecución legal de ningún, mucho menos de los dirigente político de altos vuelos. ¡Faltaría más!.
Lo peor de todo es que este régimen de intereses, se ha ido hilvanando en el seno de la sociedad como algo natural, tal proceso sigue los ritmos del calor de nuestras regiones geográficas, en las zonas más calientes se aprecia más que en las frías. El límite de hasta dónde se puede llegar, lo marca la justicia, ya no la ética, ni la honradez, ni cualquier otro concepto al que se debieran acogerse la clase política, muchos de ellos nos representa ante el mundo entero. Esos principios se echan en falta en nuestra clase poltica, el punto más crucial que deberíamos exigir a nuestros dirigentes políticos de cualquier ideología, o a cualquier representante público en cualquier servicio del Estado.
Esa manía tan extendida de los dirigentes políticos, de vivir que son dos días, sobre la cual se teje toda la economía, se trata en pocos medios, y pocas tertulias; sobre todo, lo echo de menos en las presentaciones televisivas de los propios dirigentes políticos. Cuando se hace mención de la corrupción política, a lo largo de la entrevista, el único comentario que sale es “que también ellos son humanos”. Es decir, eso no tiene ninguna importancia y no merece la pena hablar de ello.

Mi opinión y el de muchos ciudadanos es que aquellos comportamientos corruptos no debían tomarse a la ligera, como algo banal, al contrario, debía preocuparnos y mucho. Debemos evitar que la picaresca y la cultura del pelotazo vaya despojando los valores que hemos acumulado durante años, la sociedad debía tener nuevos patrones, nuevos modelos en quien reflejarse, en lugar de ver como carca y antiguo, la cultura que nos dejaron nuestros padres y abuelos. Este desgaste social, es conveniente atajarlo antes de que se convierta en un mal nacional, si es que ya no lo es, claro.

Si los líderes nacionales del espectro político adolecen de conceptos éticos, sin crítica ni autocrítica que regule sus errores, ¿cómo pedir que lo hagan otros altos cargos de otras comunidades?, y encima, cuando ellos mismos son los que deciden los altos cargos del aparato judicial, del sistema financiero o de los organismos públicos. La crisis financiera que vivimos, se ha debido en gran medida a este proceso prolongado de perfeccionamiento de la corrupción, que ha ido engordando el mal y erosionando los valores y la moral del pueblo, donde la responsabilidad, la honradez, el esfuerzo, el deber, etc. brillan por su ausencia.

Yo no digo que esta corrupción y sobre todo el relajamiento existente en las instituciones en la aplicación de códigos de conducta, sea un problema exclusivamente nacional. No, no afirmo semejante cosa, pero sí, que en España se da en mayor proporción que en otros países de la Unión; con sólo mirar la crisis, nos damos cuenta, que un mismo problema ha afectado a todo Europa, pero en España parece un cataclismo, lo que muestra que vivíamos en una economía casi virtual, a causa de ese nefasto modelo de gestión de la cosa pública, sin propuestas ni alternativas haciendo sostenible la economía y el desarrollo.

Para acabar, tengo poca confianza, en una respuesta positiva de los partidos políticos para reconducir la deriva del Estado. Considero urgente, la creación de un organismo independiente, que analice los casos de corrupción, cuando hay indicios y mensajes que lo indican, sin o antes, de que intervenga la justicia y sobre todo que a ese organismo debía dotársele del poder necesario para recusar aquella morralla política que daña la honorabilidad de la clase política responsable. La composición de este organismo, en mi opinión, debiera estar formada por miembros procedentes del pueblo de toda solvencia intelectual y con experiencia probada en sus respectivos campos, con figuras que sean consideradas a priori honestas e independientes políticamente. Este organismo debería ser impuesto a la clase política a través de un acuerdo nacional entre el pueblo y sus líderes políticos.

Ya es hora de que la sociedad civil mostre su preocupación con la clase política, que nuestro voto no es un cheque en blanco por cuatro años, para que continúen los rifirrafes internos, dar escándalos de entidad, tanto dentro como fuera de España y mentir en cada momento al ciudadano sin pudor. No lo digo solamente por los dirigentes de un determinado color político, sino por la gran mayoría.

No es normal lo que ocurre, sino más bien intolerable. No merecen los ciudadanos que esas personas se rían descaradamente del pueblo gracias a su impunidad, y escasa moral y honorabilidad que tienen. Creo que es una obligación del ciudadano dar pautas para frenar la situación actual, debemos pues orientar proponiendo soluciones para que no pase lo que pasa y dejemos de escuchar esa maldita frase: tenemos los políticos que nos merecemos.

El voto no es el único acto democrático que le queda al ciudadano de a pié. Debería existir otras maneras de exigir y controlar el trabajo de los legisladores y el Gob. para que cumplan su mandato que les ha conferido el pueblo, y controlar si se cumplen las promesas electorales hechas, y para que el representante de turno de cuentas de sus actos ante sus electores, y lo más importante, demostrar transparencia de su gestión, honradez, y un comportamiento acorde con la entidad del cargo y todas las reglas no escritas que hacen de un líder un “hombre” integro.
Tal vez sea mucho pedir, que tanto la gestión política como la económica deberían estar a la altura de las expectativas del pueblo, aunque no se cumplieran, porque no depende exclusivamente de ellos, pero el esfuerzo, la honradez, la transparencia, el honor y la confianza del pueblo sí dependen exclusivamente de ellos. Y esto es lo que se va perdiendo y tal vez no lo hemos tenido nunca. Una democracia sin fundamentos morales como base de la convivencia, es como sembrar en el desierto. E. Aguirre-Kenito

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