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jueves, 13 de agosto de 2009

Los Bancos de infarto

El trastorno financiero que sufrimos, nos ha llegado, no sé si feliz o infelizmente, pero creo que ambos conceptos caben expresar perfectamente . Los hechos nos ilustran y previenen de la forma como operan los custodios financieros (bancos) de los ahorros de nuestro esfuerzo que entegamos en sus manos, no sólo para protegerlos sino para obtener un rendimiento legítimo. 

Los escándalos de estafa que hemos sido testigos, fueron de tal calibre, que era imposible ocultar, así nos enteramos, lo que se cocía detrás de los mostradores inmaculados de la institución,  donde todo parecía que andaba sobre rieles; fuimos testigos de cómo, dónde y cuándo fabricaban los truculentos negocios con la materia prima del ahorro privado, los pilares que sostenían aquellas instituciones financieras eran tan frágiles y movedizos que un rebufo se llevó por delante como un castillo de naipes; que acabó por contaminar la economía mundial. No debemos olvidar, que todo esto es, producto de la feroz e injusta globalización, con la cual se ha ensañado la política como si fuera una panacea del buienestar y el desarrollo. Nuestra avidez por el consumo, no nos dejó ver que estábamos siendo engañados, un comportamiento consumista que debíamos corregir, el peligro al que nos enfrentamos tiene a largo  y mediano plazo dimensiones catastróficas, no sólo en lo económico - financiero sino social, ecológico y geológico, hemos exagerado y abusado de las  reglas de uso y consumo de los escasos recursos en general, lo que todavía languidecen en el planeta corre el riesgo de desaparecer y nosotos junto con ellos.
 
Encandilados en la magia de la globalización, no hicimos caso a los expertos que anunciaban el colapso del sistema financiero, todo empezó con las quiebras y estafas de baja intensidad, que el brujo de Greenspan (USA), no quiso ver, abogaba por otorgar mayor libertad y menos control a los operadores financieros,  aunque Europa más conservadora no hizo caso a las recomendaciones de Greespan, un  guru de la reserva Federal Americana, no obstnte, nuestros bancos fueron allí  a pescar, a los dominios de aquel mago americano que dejaba pescar como en río revuelto y el mayor de ellos fue un socorista de playa llamado Madoff, un don nadie, que por decenios pasó por la piedra a los custodios financieros, se calcula que estafó más de 68.000 millones de $us.

Desde hace más de 25 años somos presa de los malabares financieros, de aquellos que dicen que trabajan para mejorar la economía de sus clientes, la lista es interminable en ambos lados del océano, hasta que llegamos a lo más alto de la pirámide de la mano de . España no se quedó corta, por citar algunos: Gescartera, Eurobank, AVA, Brokers, Filesa, Forum, etc.
El último cuarto del siglo pasado fue un terreno fértil para las altas finanzas, pero al pueblo no le llegaron ni migajas, al contrario, sin quererlo ayudaron a engordar las arcas y el patrimonio de los Consejeros que saben cómo embucar al pueblo llano con argucias financieras, quienes se comportan como unos corderitos cuando están en manos extrangeras.

Este siglo ya veremos, si los esquejes dan brotes verdes o la semilla germina con vigor, todo vendrá de lo que hagan los gobiernos, si deciden ordenar el sector o dejan que este materialismo voraz siga aplastándonos, aunque ZP dijo que estábamos blindados, creo que no dijo de qué ni porqué o sí. Lo cierto es, que los ciudadanos están cansados de ser conejillos de indias, bajo el estilete de los administradores del ahorro, por eso, creo que es importante denunciar los apuros que pasamos a diario con los bancos, y es una lástima que no haya nadie que pueda defendernos de esta tropa de aprovechadores y embaucadores de guante blanco.

Las armas que manejan las corporaciones del dinero son simples para reclutar a los incautos, embelezan con una propaganda bien cuidada para no dar los altos rendimientos que dicen, si depositamos nuestro dinero en los fondos que ofrecen los acicalados nigromantes, quienes muestran promedios, ratios, curvas, balances, dónde todo es un hartazgo de beneficios. La consigna es dejar los ahorros en un fondo unos años o meses, más tiempo más pasta, más riesgo más interés, como colofón, nadie perdería su capital y ganarían intereses sin dar golpe o mejor dicho de un golpe. A continuación entregaban un legajo de documentos, con las condiciones del contrato, al cual dábamos nuestro acuerdo sin leer. Si durante ese tiempo el cliente tuviera una emergencia, toca aguantarse ¡lee el contrato!.

Pero llegò el Tsunami financiero e incluso antes, las dádivas se convertían casi siempre en agua de borraja, al reclamo de los míseros réditos, la respuesta era sin duda, no te quejes, otros no recibieron ni carbón. Es decir, ni el capital (se referían a Madoff). Por otro lado, los bancos nos pasan a diario por las narices, lo listos que son, y los buenos negocios que hacen por el mundo, nos bombardean sus altos ingresos, cuando en realidad, los buenos negocios, lo hacían en casa, con la pobre gente que se cree todavía en los trucos otras versiones del cuento de la estampita.

Hoy en día como ya no hay donde llevar la pasta, ni engatusar con los altos intereses, se refinan nuevos métodos. Les cuento uno vivido recientemente. Yo tenía la intención de comprar un pequeño chalet en las afueras de Madrid, y mi mujer me habló del Banco Banesto que le parecía buena la oferta que hacían, su slogan era y es, “crédito Smash Euribor más 0,38”, las condiciones eran insuperables: regalo de un ordenador portátil o 1.000 €, un descodificador digital o un televisor LCD, las condiciones mínimas: abrir una cuenta corriente, domiciliar el salario y por lo menos tres recibos. Cómo no aceptar semejante chollo, además, estaba la foto de Nadal esponsorizando la ganga. Después de algunos trámites, el banco Banesto aceptó darme el crédito del 25 % del valor total de la vivienda. Una vez completado los requisitos y depositado el otro 75% en la cuenta corriente que abrí en dicho banco, completé los requisitos y el crédito aprobado, pasé a firmar las aras que me exigía el vendedor, quien me dio un plazo de 30 días para firmar las escrituras. Así dejé la bola en el lado del banquero, quien con la información recibida de ambas partes (comprador-vendedor) ya tenía la sartén por el mango.

Mails van y vienen, llamadas también y todo iba bien, la evaluación de la vivienda estupenda.
Faltando una semana para la firma de las escrituras, el banco Banesto me llama a la playa y me comunica, que no se aceptó las condiciones-de otra parte éstas no eran mías sino las del propio banco- acotó además, que sólo aceptarían un Euribor más 1,25 esto lo aprobarían de inmediato. Sin duda, era una llamada de infarto para mis 63 primaveras, ya no cuento otros detalles de lo que sufrí con este banco, ya que quería que transfiriera el 75% de los fondos en una cuenta que no era mía y, jamás pudieron explicarme el porqué, y tuve que viajar desde Bruselas a Madrid llevando personalmente el cheque, para evitar que el banco siga haciendo pagos a quema ropa (descubierto) con intereses estratosféricos, sin respetar las condiciones escritas en el contrato en el momento de abrir la cuenta corriente. Ya lo sé que podía ir al Defensor del Consumidor, al Defensor del Pueblo,…….., al Defensor del Cliente, tomar un abogado, y……. , pero mi cuerpo no estaba ya para tantos trotes.

Mi frágil personalidad se iba quebrantando poco a poco, la dieta que me daban el banco me estaba dejando en los huesos, perdía no sólo kilos sino la señal comprometida en las aras o bien me resignaba a coger aquella propuesta arbitraria e inoportuna. Antes de aceptar tal presión, me controlé por un instante, y decidí volver al banco BBVA, que tampoco es un santo, porque quería timarme de golpe casi 1.500 € por recibir el dinero transferido, sin tomar en cuenta los gastos del banco emisor otros cientos de Euros, mi reclamo tuvo su eco favorable y redujeron el montante, pero perdí los intereses que generó el dinero en el plazo fijo depositado. Una vez allí, le pregunté al director de la oficina si todavía estaba en grado de aceptar el crédito prometido, el sí fue de inmediato-entonces volví a la tierra- pero, me advirtió que el mismo sería Euribor más 0.77; dándome una serie de explicaciones ininteligibles sobre el cálculo del Euribor (la media de los meses precedentes, ……), por mi parte sólo pedí, que todo terminara en una semana, en la mira seguía apuntando las aras- dijo que sí- sin dejar de señalar, que el tiempo correría sólo después de recibir el 75% de los fondos transferidos del banco Banesto, cuyos fondos seguían generando réditos para ellos mismos. Para evitarme trastornos, le pregunté cuánto me costaría la recepción del dinero, él contestó, si es un cheque es caro, si es una transferencia entre el 3-4%, si lo pedimos nosotros nada. ¡Maldita la hora!, elegí éste último. Firmé los papeles, dando la orden para la operación. Después de un tiempo, el banco BBVA me dice que aún no había recibido el OK (transferencia) del banco Banesto, y me previene que la semana podía alargarse. Fui corriendo al banco, el empleado de la caja hace una serie de llamadas, y rellena otros tantos formularios electrónicos en el PC, antes yo había firmado otros papeles; la autorización no llegaba. Le pregunté qué pasaba y respondió, que el BdE autorizó, pero la central me indica operar de una forma que en mi ordenador da un error. Hace otras tantas llamadas otros formularios y nada. A este punto, el operador y yo estábamos sudando frío, menos mal, que era verano, de inmediato me viene a la mente, el corralito argentino, la cosa era de miedo, por un momento sentí que el dinero ya no era mío y que mi presencia era un acoso para el pobre empleado que le preocupaba el tema, para mi, no era menos viendo crecer aquella cola a mis espaldas, en el espacio reducido del banco, decidí dejar al cajero pidiéndole que me diera un toque una vez que haya resuelto la transferencia.

Al día siguiente me doy asueto, no voy al banco tampoco llamo, tenía que cuidar mi infarto, al tercer día, la situación no había cambiado, la cosa se complicaba, ya era una carrera contra reloj, ahora el acoso venía de mirar cómo avanzaba el calendario. Se imponía una nueva reflexión, pagar el cheque, devolver el dinero al origen o transferir con los costos que sean por el medio que sea, pero el problema ya era el tiempo, éste último pasó a controlar cada instante de mis actos. Al final, decidí lo impredesible, pedir el dinero en efectivo y probar que el dinero seguía siendo mío, antes consulté a ambos bancos su factibilidad, ellos dijeron que sí y que era la única forma para sortear el tiempo. El Banco Banesto acepta darme el dinero al día siguiente y que pasara hacia las 9 a.m., a la hora en punto, me planto en la agencia del banco, pasé una velada dantesca y fatigosa, por mi mente, pasaron historias de atracos, de secuestros, La muerte de mi jefe por un infarto  justo cuando firmaba un crédito con el banco, mi infarto corría peligro. Una vez en el banco miraba a todo dios, lo mismo a los que pasaban por la calle, me parecían todos sospechosos y compinchados, intentaba leer en el rostro de cada uno quien sabía que cogería el dinero y todos me parecían que sí. Al final me tranquilicé, intenté seguir, la contabilidad de los fajos de dinero que se amontonaban en el mostrador  del cajero, éste para más INRI contó  dos veces con la máquina y con la mano; terminado el acto, le pedí que metiera el dinero en un sobre grande. Mi corazón estaba por amotinarse. Así que decidí tranquilizarme, sentado frente al escritorio de un empleado ausente, marqué los espacios y las distancias del entorno, tenía que coger fuerzas para emprender una maratón de 300 mts con postas, para sortear los semáforos, las escaleras, los setos, los pasos de zebra etc. ´serían los obstáculos; antes de salir, miré el trajín de la calle, parecía calmado, a este punto era el centro de todas las miradas. Salgo a toda mecha, y no paré hasta llegar a las escaleras del banco BBVA, cuando siento un inminente dolor en el pecho y dije !ya está, es el infarto! me senté en un escalón, respiré profundamente, luego con dificultad subí las escaleras, estaba allí frente al cajero saqué los fajos del paquete y esperé el recuento del dinero, todo estaba conforme, entonces respiré otra vez, pero esta vez de pura satisfacción, porque el dinero seguía siendo mío, lo bueno de esta historia es que, llegué a término para la firma del contrato, pero aquel día me enteré por la lectura del notario, que el interés prometido ya no era el acordado, sino algo mayor.
 
C. Ayala

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